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Una rosa Sagrada

La rosa de Damasco


Pierre Joseph Redouté, Rosa Damascena, Rosier de Cels, de Les Roses, 1817-24


Desde hace siglos, la rosa damascena florece en jardines, montañas y relatos, llevando consigo un aroma que atraviesa culturas, mitologías y generaciones. No es solo una flor: es símbolo, medicina, memoria viva. Su delicado perfume ha perfumado templos, rituales sagrados, y también las manos de quienes la cultivan con respeto y sabiduría.

La rosa damascena —conocida también como rosa de Damasco— ha sido venerada en distintas partes del mundo, desde las antiguas civilizaciones del Medio Oriente hasta los patios perfumados del sur de Asia. Es la flor del amor divino, la pureza, el duelo, la celebración y la conexión con lo invisible.

En este artículo, exploraremos su historia mítica, sus raíces botánicas y su profundo significado etnobotánico. Nos acercaremos a la rosa como puente entre la tierra y lo sagrado, como una flor que no solo decora, sino que transforma: cuerpos, emociones, territorios y creencias.


1. Historia mítica de la rosa damascena


Desde tiempos antiguos, la rosa ha sido más que una flor: ha sido una presencia espiritual, un símbolo de lo divino en lo cotidiano. La rosa damascena, con su aroma envolvente y su fragilidad poderosa, aparece en relatos sagrados, leyendas y poemas místicos de múltiples culturas.


Egipto: fragancia de la eternidad


En el Antiguo Egipto, las rosas eran ofrendas a Isis, diosa madre y protectora de los ciclos de la vida y la muerte. Sus pétalos eran colocados en tumbas como símbolo de renacimiento, y su fragancia formaba parte de los aceites rituales utilizados en los procesos de momificación y culto. Las flores no eran solo decorativas: eran portadoras del alma.


Grecia y Roma: la flor de Afrodita y Venus


En la mitología griega, la rosa nació de las lágrimas de Afrodita y la sangre de su amado Adonis. Para los romanos, fue Venus quien le dio forma, como una ofrenda de amor y deseo. Se usaban coronas de rosas en banquetes y festividades dionisíacas, donde su perfume se creía capaz de abrir el corazón y liberar emociones reprimidas.


Tradición islámica: la flor del paraíso


En la tradición islámica, la rosa es considerada una flor celestial. Se dice que el profeta Mahoma sudaba gotas con olor a rosa, y que esta flor nació del sudor del ángel Gabriel. En la poesía sufí, especialmente en la obra de Rumi y Hafez, la rosa simboliza la presencia divina, aquello que no se puede explicar pero que se siente intensamente. Es el amor místico hecho aroma.


Hinduismo y budismo: corazón y compasión


En el hinduismo, las flores son esenciales en la devoción (puja). Aunque la flor de loto suele ocupar un lugar central, la rosa también aparece como ofrenda en altares, rituales de matrimonio y festividades, especialmente en regiones donde su cultivo es tradicional, como en la India del norte. En el budismo, representa la pureza del corazón y es utilizada en prácticas meditativas y ceremonias de sanación.


Cristianismo: la rosa mística


En el cristianismo, la rosa está asociada a la Virgen María como “rosa sin espinas” o “rosa mística”. Es símbolo de gracia, silencio y revelación. El rezo del rosario —palabra que viene de “rosarium”, jardín de rosas— fue concebido como una ofrenda floral espiritual a la Virgen. La flor también aparece en iconografías del martirio y en jardines monásticos como representación del paraíso.


2. Botánica de la Rosa damascena


La rosa damascena es una joya de la familia Rosaceae, no solo por su belleza, sino por su compleja historia botánica. Se cree que es un híbrido antiguo, resultado del cruce entre Rosa gallica, Rosa moschata y posiblemente Rosa fedtschenkoana. Este linaje le otorga sus características únicas: un perfume intenso, flores llenas y una gran adaptabilidad a distintos climas.


Origen e historia del cultivo


El nombre “damascena” proviene de Damasco, Siria, desde donde la flor habría sido llevada a Europa durante las Cruzadas en el siglo XIII. Sin embargo, su cultivo y aprecio son mucho más antiguos. Ya en Persia, hace más de 2.000 años, se cultivaban variedades muy similares, utilizadas para destilación, medicina y perfumería.


Características morfológicas


La rosa damascena es un arbusto de entre 1,5 y 2 metros de altura, de tallos espinosos y hojas compuestas de cinco a siete foliolos. Sus flores son grandes, dobles, de un rosado intenso a suave, y extremadamente fragantes. A diferencia de muchas otras rosas modernas, esta flor solo florece una vez al año —principalmente entre mayo y junio—, lo que hace que su cosecha sea breve y muy valorada.


Zonas de cultivo


Hoy, la rosa damascena se cultiva principalmente en:

  • Bulgaria, especialmente en el famoso Valle de las Rosas, donde se produce el reconocido aceite de rosa búlgaro.

  • Irán, donde forma parte esencial de la cultura y se celebra en festivales como el Golabgiri (recolección del agua de rosas).

  • Turquía, particularmente en la región de Isparta.

  • Marruecos, en el valle del Dades, donde se entreteje con la vida agrícola y ritual.

  • India, sobre todo en Uttar Pradesh y Rajasthan, donde es clave en la perfumería tradicional (attar) y la medicina ayurvédica.

El cultivo de esta rosa no solo tiene fines económicos; en muchas regiones sigue siendo una práctica ligada a la tradición, al ritmo de la naturaleza y a una relación profunda con el territorio.


3. Etnobotánica y usos rituales de la rosa damascena


La rosa damascena no solo se cultiva por su belleza o perfume: es una flor profundamente integrada en los saberes tradicionales, en prácticas espirituales y en la vida cotidiana de muchas culturas. Su uso atraviesa lo medicinal, lo simbólico y lo comunitario. Donde florece, la rosa suele ser parte de celebraciones, de sanaciones y de memorias compartidas.


El arte de destilar: agua de rosas y otto


Uno de los usos más antiguos y extendidos es la destilación de sus pétalos. Se obtienen dos productos principales: el agua de rosas, más suave, y el aceite esencial o otto de rosa, extremadamente concentrado y valioso. Esta práctica se realiza en Irán, Turquía, Bulgaria, Marruecos e India, a menudo en contextos familiares o comunitarios que preservan métodos ancestrales.

  • En Kashan (Irán), cada primavera se celebra el Golabgiri, una festividad en la que familias enteras participan en la recolección y destilación de la rosa.

  • En Marruecos, las mujeres suelen ser las encargadas de recolectar los pétalos y preparar infusiones, cosméticos o elementos rituales para bodas y nacimientos.


Rituales y espiritualidad


La rosa damascena aparece en múltiples tradiciones como flor de conexión con lo sagrado:

  • En el Islam místico (Sufismo), se utiliza su perfume en ceremonias (dhikr) para facilitar estados de apertura del corazón.

  • En el zoroastrismo, se ofrecía como símbolo de pureza y renovación.

  • En India, es parte de ofrendas en templos, ceremonias nupciales y baños sagrados. El attar de rosa es considerado un perfume de los dioses, usado también en prácticas ayurvédicas para equilibrar el corazón y calmar la mente.

  • En América Latina, especialmente en sincretismos afroindígenas, el agua de rosas se utiliza en baños de limpieza energética, altares de sanación y como parte de prácticas espirituales donde se honra a los ancestros o se invoca protección.


Usos medicinales y cosméticos


En la medicina tradicional de muchas culturas, la rosa damascena es valorada por sus propiedades:

  • Calmante del sistema nervioso, útil en casos de insomnio, ansiedad o tristeza.

  • Digestiva, cuando se consume en infusiones suaves.

  • Regeneradora y antiinflamatoria, usada en bálsamos, cremas o compresas.

  • En cosmética, sigue siendo un ingrediente clave en tónicos, mascarillas y perfumes naturales.

Pero más allá de sus propiedades científicas, la rosa tiene un valor afectivo y espiritual que no siempre puede medirse. Su aroma puede evocar recuerdos, abrir el corazón o dar consuelo en momentos difíciles. Es, en muchas culturas, una medicina del alma.


Y así, la rosa damascena sigue abriéndose, pétalo a pétalo, en manos sabias, en altares sencillos, en jardines que todavía susurran leyendas al viento.Es la flor que ha visto pasar imperios y nacimientos, que ha perfumado lágrimas y celebraciones.La que crece mejor cuando es cuidada con amor y recolectada al alba, cuando la luz y el rocío aún no han dicho del todo adiós.

Cada vez que alguien la ofrece, la huele, la transforma en medicina o la deja simplemente ser, la rosa damascena vuelve a contar su historia.Una historia tejida con mitos, con raíces profundas, con el misterio de las cosas que no necesitan explicación, solo presencia.

Que al encontrarte con ella, recuerdes también algo de ti.




Yonko Yonkov lleva una corona de rosas que fabrica para los invitados a su rosaleda en Osetenovo. Fotografía de Yana Paskova.




Noviembre 2024, mi pequeña cosecha de Rosas Damascena. Inmersión en los campos de Native Rose Chile

 
 
 

2 Comments


Elanny
Apr 30

Es fundamental que tomemos conciencia de lo mágico, sanador y beneficioso incorporar a la naturaleza en nuestras rutinas diarias, el nivel de bienestar que producen en su gran mayoría es una maravilla, encantada siempre con los aromas de las plantas y flores y ahora con este conocimiento. Gracias

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Bina Dadlani
Apr 30

me encanta!!!! sin saber de esta flor tan hermosa, yo la consumia desde infancia .. como jugo y tambien en postres .. en casa lo usaba mi madre en ceremonias religiosas ... que loco saber hoy en dia que esta rosa es tan poderosa y multifacetica jajajja .. me encanta

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